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martes, 30 de enero de 2018

EL YOGA Y OTRAS NUEVAS FORMAS DE ENSEÑAR

 En la Institución Educativa Pedro Antonio Molina, en Cali, los estudiantes de transición empiezan todos los días con una jornada de meditación en la clase. Victoria Quiñones, la profesora, toca el gong para guiar a los menores en el proceso de regular el ritmo de su respiración. Hace dos años que en este colegio empezaron a aplicar lecciones de mindfulness, que traduce algo así como “conciencia plena”, y, según los docentes, los resultados son muy positivos: los alumnos son más disciplinados, se concentran más y escuchan más a sus profesores.

Cada experto tiene su propia manera de explicar esta metodología de origen budista (es uno de los elementos del Noble Camino Óctuple), pero Jon KabatZinn, quien en los años setenta la adaptó a la tradición científica occidental como técnica para reducir el estrés, la describe como “la conciencia que surge de prestar atención sin prejuicios a lo que sucede en el presente”. El objetivo es lograr que el practicante esté plenamente consciente de lo que sucede dentro de su mente para entenderse mejor y regular sus emociones. Desde entonces, el mindfulness ha venido adquiriendo cada vez más adeptos.
Steve Jobs la usaba para tomar decisiones. El director de cine David Lynch dice encontrar creatividad y felicidad en ella y el periodista Anderson Cooper habla de cómo le cambió la vida. Además, gigantes empresariales como Google o Apple imparten talleres de esta técnica para sus empleados. Y aunque la mayoría de practicantes son adultos, los más jóvenes  tampoco son ajenos a esta tendencia. En países como Estados Unidos, Reino Unido o Australia muchas escuelas lo incluyen dentro de su programa educativo.
En Colombia, además del Colegio Pedro Antonio Molina, otras 31 instituciones en todo el territorio han trabajado con la fundación Respira, que fomenta la práctica de mindfulness en el aula. La fundación trabaja con los profesores de las es- cuelas que quieran participar en el pro- ceso y los acompaña para que sean ellos mismos quienes luego trabajen la técnica con sus alumnos y también, muchas veces, con los padres de familia. La Universidad del Rosario tiene un Centro para Mindfulness, que surgió como cursos para los estudiantes de Medicina por “la importancia que tiene para los médicos el manejo del estrés y la necesidad de formar profesionales más cercanos a sus pacientes”, asegura Alexander Streubel, director del centro. Actualmente, los cursos se extendieron a todos los miembros de la comunidad, incluyendo docentes y empleados administrativos.
El aquí y ahora
No es solo el mindfulness; en el mundo están de moda las pedagogías que promueven la introspección del alumno, la meditación y trabajar en su felicidad. Es lo que muchos llaman las técnicas de “el aquí y ahora”, que pretenden concientizar a las personas de su propio cuerpo y emociones. Desde una perspectiva psicológica, la idea es “que los jóvenes se enfoquen en el presente, pues cuando piensas mucho en el futuro o en las cosas que no logras, solo aumentas tus respuestas emocionales”, cuenta Tabata Cuervo, especialista en psicología clínica y coordinadora de Tu Línea Amiga, de la Universidad de La Sabana.
Algunos colegios usan el yoga, por ejemplo, como técnica para mejorar la concentración y la convivencia. El año pasado, Alexander Rubio, docente del colegio Rodrigo Lara Bonilla, fue uno de los 50 nominados al Global Teacher Prize por su trabajo de yoga con estudiantes de Ciudad Bolívar. En esta institución, los alumnos de bachillerato tienen cuatro horas semanales de yoga como parte integral de su currículo. De hecho, el año pasado rompieron el récord Guinness  de la clase de yoga más larga del mundo, con 36 horas seguidas.
Esto ha logrado, primero, fomentar el sentimiento de pertenencia de los estudiantes, como cuenta Rubio. “Cuando se habla de los estudiantes de un colegio público en Ciudad Bolívar, muchas veces el rótulo que reciben es de ‘ñeros’. Pero el récord se ha vuelto un factor de orgullo para los chicos, e incluso una opción de vida: muchos se han convertido en instructores de yoga”.
También ha incidido directamente en la mejora de la convivencia sana y pacífica en el colegio. “Nosotros les enseñamos a tomar decisiones diferentes por medio de la respiración. Acá, el medio les impone que sean violentos, pero con este tipo de trabajo les enseñamos a ser muy sensibles, pacíficos y tranquilos”, agrega el profesor. De esta manera, el bien- estar interno de los alumnos los ayuda a afrontar la vida más relajados.
Una generación hiperestresada
Varios estudios apuntan a que en los últimos años ha crecido la tasa de depresión, ansiedad y suicidios entre los niños y jóvenes de todas partes del mundo. En Colombia, el 44,7 %  de los menores entre 7 y 11 años tienen por lo menos un síntoma de un trastorno mental, según la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015. Los síntomas más reportados son: lenguaje anormal (19,6 %), asustarse o ponerse nervioso sin razón (12,4 %), presentar cefaleas frecuentes (9,7 %) y jugar poco con otros niños (9,5 %).
“Lo que está pasando actualmente es que el mundo tecnológico te lleva a que no tengas que hacer un esfuerzo. Antes, para conseguir una información, necesitabas ir por el libro, averiguar dónde encontrarlo, leerlo; ahora todo está en internet. Se ha descubierto que los celulares generan un bienestar inmediato, por lo que los nativos digitales no aprenden a vivir un proceso para conseguirlo”, dice Tabata Cuevo.
El problema con esta autopista de satisfacción inmediata es que las nuevas generaciones se estrellan cuando encuentran una barrera y no saben cómo manejar esa frustración. No en vano las universidades en Estados Unidos están creando cursos, talleres y programas para compartir experiencias vergonzosas, disminuir la presión por sacar notas perfectas y enseñarles a los jóvenes cómo enfrentar el fracaso.
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“Puede haber una cuestión de insatisfacción. La ciencia y la tecnología han avanzado mucho y, aún así, no sentimos que seamos más felices. Todo eso que hemos creado no nos da más tranquilidad”, opina Matthias Rüst, cofundador de Respira en Educación. “Ahí es donde desempeñan un papel fundamental estas técnicas de conciencia plena, porque aquí la satisfacción viene de adentro, no depende de lo exterior”.
De hecho, usar técnicas como el mindfulness o el yoga en el colegio ha demostrado mejorar las competencias socioemocionales de los estudiantes y varios estudios apuntan a esta dirección. Por ejemplo, una investigación publicada por Clinical Child Psychology asegura que el yoga mejora la autoestima, la relación con los padres, los problemas para enfocarse y la ansiedad de niños con déficit de atención. Otro artículo del Journal of Child and Family Studies subrayó que el mindfulness aplicado a niños de entre 9 y 13 años disminuye los problemas de concentración, de ansiedad y de comportamiento. Más allá de los datos científicos, son los profesores los que avalan estos beneficios que han podido comprobar en el interior de sus clases. En el colegio Pedro Antonio Molina, cuando el salón está muy “alborotado”, la profesora pone a los niños a meditar, aunque ya han logrado que ellos mismos lo hagan solos para tranquilizarse. Los que están inquietos o deprimidos se sientan a ver una botella de agua revuelta con tierra o con escarcha —un ejercicio tradicional del mindfulness—. Esta es la representación de su mente, turbia y agitada. Y se quedan callados, controlando su respiración, mientras la escarcha se asienta y el agua que estaba oscura empieza a aclararse. Como su mente cuando se calman y empiezan a tener más claridad. Así hasta que se tranquilizan, sin que nadie les diga nada.



Fuente del articulo: http://www.semana.com/educacion/articulo/nuevas-alternativas-de-ensenanza-que-se-crean-en-el-aula-yoga/554485


domingo, 21 de agosto de 2016

¿Mejora la meditación nuestros procesos de aprendizaje?

¿Produce algún cambio el Yoga o la mediación en el funcionamiento de nuestro cerebro?
La doctora Sara Lazar, neurocientífica del Hospital General de Massachussetts y de la Facultad de Medicina de Harvard, realizó un estudio en Boston, con la finalidad de comprobar si la meditación  y otras prácticas contemplativas como el Yoga producían algún tipo de modificación en el cerebro. Para ello, reunió a un grupo de personas, las cuales no practicaban ninguna de estas disciplinas, y les hicieron seguir un programa de meditación de forma constante.

Después de tres meses compararon a través de escáneres cerebrales si había habido algún cambio significativo con respecto a otro grupo de personas con las mismas condiciones sociales y demográficas. Los resultados fueron que en el grupo que había llevado a cabo las meditaciones podía apreciarse lo siguiente:
·        Un aumento del tamaño de la materia gris en algunas zonas del cerebro, entre ellas las zonas prefrontales relacionadas con la memoria funcional y los procesos de toma de decisiones.
·        En individuos de más de cincuenta años parecía que la meditación ayudaba a prevenir o retrasar el envejecimiento de determinadas estructuras corticales del cerebro.
·        Pudieron apreciarse cambios significativos en la unión temporoparietal, relacionada con la perspectiva, la empatía y la compasión.
·        Disminución de la materia gris en la amígdala, encargada de la generación de estrés.
De este modo la doctora Lazar concluye diciéndonos que la meditación puede literalmente cambiar nuestro cerebro.
¿Qué beneficios puede aportarnos esto en el proceso de enseñanza-aprendizaje?
Los neurocientíficos han comprobado que el impacto de la meditación y las técnicas contemplativas tiene un efecto directo sobre el estado emocional del individuo. Esto no lo podemos obviar en el proceso de aprendizaje, ya que cuando aprendemos algo, nuestro cerebro emocional lo etiqueta de  divertido, aburrido, fascinante o tedioso, lo cual influye de una forma directa en la predisposición que adoptamos a la hora de aprender.
Es un hecho que vivimos en una sociedad con un exceso de estímulos y mantener la atención es cada vez más complicado. Evidentemente esto afecta en el ambiente académico, así como a la percepción que tenemos de nosotros mismos y del entorno que nos rodea. Desde las aulas, los maestros les pedimos (o exigimos) a nuestros alumnos que nos presten atención; no obstante si ellos fuesen lo suficiente maduros posiblemente nos harían la siguiente pregunta: y eso… ¿cómo se hace?
Precisamente mediante la meditación lo que se pretende es trabajar la atención. Hay diferentes técnicas como poner la atención en nuestra respiración, en los latidos de nuestro corazón, en nuestras sensaciones corporales,… Para ello se requiere un estado mental de vigilancia atenta pero relajada. Cuando conseguimos relajar nuestro cuerpo con este tipo de prácticas, nuestro diálogo interno va perdiendo intensidad hasta desaparecer. Puede que este estado solo dure unos segundos, pero durante este tiempo nuestra mente estará en calma, y si alcanzamos este estado de forma intermitente gracias a nuestra práctica, conseguiremos una mejor salud psicológica.
Según el psicólogo Mark Greenberg, del Penn State’s College de Salud y Desarrollo Humanos, los beneficios inmediatos de este tipo de prácticas son:
·        Aumento de la capacidad de calmarnos.
·        Disminución del estrés y la ansiedad.
·        Potencian el desarrollo de la atención.
·        Aumento de la capacidad de percepción y de la memoria.
Durante la etapa de desarrollo, la práctica de estas disciplinas es muy beneficiosa, puesto que podemos aprovechar la gran plasticidad cerebral de estas edades para provocar cambios significativos en las estructuras del cerebro.
¿Qué ocurriría si aplicásemos estas prácticas de forma repetida en los niños? ¿Podríamos modificar su manera de aprender? ¿Y la de gestionar sus emociones?
En un estudio realizado en la ciudad de Nueva York a través del Inmer Resilence Program, con más de ochocientos alumnos de 11 años se descubrió que al aplicar estas prácticas, lo primero que se apreciaba era una disminución del estrés de los profesores. Parecía mucho más fácil mantener el orden y captar la atención del alumnado. Es evidente que si un docente siente un mayor bienestar durante las clases tendrá la capacidad de enseñar mucho mejor los contenidos. En cuanto a los estudiantes, se pudo apreciar una gran disminución en los niveles de frustración, y una mejora a la hora de trabajar de forma autónoma.
Hemos de ser conscientes de que un alumno que tiene una discusión entre clase y clase, arrastrará un estado emocional desagradable a la siguiente lección, lo cual producirá interferencias en su aprendizaje. Por ese motivo se debería enseñar este tipo de prácticas a los profesores, con la finalidad de que éstos puedan trasmitirlas a sus alumnos y les ayuden a gestionar mejor determinados estados emocionales no deseables y perjudiciales a la hora de asimilar los contenidos escolares.
Mark Greenberg también nos habla sobre determinados estudios en los que se ha comprobado cuáles son los efectos que producen determinadas prácticas como el Yoga o el Mindfulness en los niños. Ese estudio consistió en aplicar estas prácticas en un periodo de unos treinta o cuarenta minutos al día, durante cuatro días a la semana. Al finalizar estas sesiones, durante la relajación, se les pedía a los alumnos que pusiesen su atención en la respiración, otras veces en los latidos de su corazón o incluso se hacían prácticas meditativas basadas en la compasión hacia sus familiares y amigos, y otras hacia personas que ni tan siquiera conocían.
Los resultados fueron que los niños lograban reducir considerablemente sus pensamientos de preocupación, y también que tenían menos pensamientos intrusivos. Y no solo eso, además también parecían presentar una mejor habilidad para gestionar sus emociones y adaptar los comportamientos adecuados a las situaciones que lo requerían. Según este autor, esto no quiere decir que los niños tengan que practicar Yoga o meditación en todas las escuelas, pero sí que es necesario investigar y explorar este campo en relación con el aprendizaje y la educación. A día de hoy nos puede ayudar la Neurociencia a la hora de observar y medir de una forma más objetiva el impacto que este tipo de técnicas milenarias tienen sobre el funcionamiento de nuestro cerebro.
Desde Nueces y Neuronas os recomendamos tomar contacto con este tipo de prácticas de forma progresiva si no sois practicantes. Nos os dejéis llevar por vuestros juicios hacia ellas ―seguramente basados en el desconocimiento―, y tratad de darles una oportunidad. Valorad los cambios que se producen en vuestro cuerpo, en vuestra mente y en vuestros estados emocionales. No es necesario que la práctica que llevéis a cabo os obligue a invertir una gran cantidad de tiempo. Sólo unos diez minutos de meditación Mindfulness al día pueden producir una mejora considerable en vuestra capacidad de atención y gestión del estrés.


Fuente
ANTONIO PÉREZ LEAL
http://www.nuecesyneuronas.com/meditacion-y-aprendizaje-cerebro
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