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sábado, 16 de julio de 2016

Los jóvenes llegan a universidad sin comprender lo que leen, alerta un estudio

México, DF. Los jóvenes mexicanos que ingresan a la universidad carecen de un dominio del español, lo que genera que no sean capaces de comprender lo que leen, no pueden desarrollar un texto con coherencia ni cuentan con elementos de abstracción que les permita tener éxito en la escuela.
Así lo muestra el estudio Habilidades lingüísticas de los estudiantes de primer ingreso a las instituciones de educación superior. Área metropolitana de la ciudad de México, realizado por académicas de diversas casas de estudios a petición de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies), que se presentó este lunes en la unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-I).

Los resultados arrojan una "crisis" educativa en la formación preuniversitaria del área metropolitana de la ciudad de México, aunque ésta puede trasladarse a todo el país.
Los datos revelan que 65 por ciento de los estudiantes de primer ingreso a la educación superior no conocen a fondo la lingüística del español, sólo 9 por ciento tienen un dominio adecuado de la ortografía y la acentuación, 43.2 por ciento carece de estrategias para dar forma a un texto.
La cifra más alta se dio en la comprensión auditiva, pues 72 por ciento de los alumnos de nuevo ingreso a ese nivel de estudios comprende lo que escucha.
Irma Munguía, académica del Departamento de Lingüística de la UAM-I y una de las investigadoras que colaboró en el estudio, afirmó que estos datos muestran una formación precaria en los niveles previos a la universidad.
La investigación cualitativa se aplicó a más de 4 mil 500 jóvenes de primer ingreso de once casas de estudios: siete públicas (las universidades Nacional Autónoma de México, Autónoma Metropolitana, Pedagógica Nacional, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, el Centro de Investigación y Docencia Económicas, el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Tecnológico de Estudios Superiores de Ecatepec) y en cuatro privadas (Instituto Tecnológico Autónomo de México y en las universidades Iberoamericana, Anáhuac e Intercontinental).

Por
Por Emir Olivares Alonso
lun, 02 mar 2015

domingo, 15 de marzo de 2009

La preocupación por la enseñanza comprensiva

La enseñanza de las ciencias en la escuela ha sido desde siempre un tema complejo. La estructura lógica de los contenidos conceptuales, el aprendizaje del lenguaje específico de cada disciplina, la importancia de los conocimientos previos, el desajuste entre el conocimiento instalado de sentido común y el conocimiento científico, son algunas de las cuestiones que explican las dificultades que habitualmente afrontan los profesores del área, a las que se suman otras de carácter general como la veloz obsolescencia de los contenidos o la pérdida del rol exclusivo de la escuela como fuente de conocimiento en el contexto de la llamada “sociedad de la información”.

Estas causas son multiplicadas con la contradicción que existe entre las declaraciones sobre el valor y el rol de la enseñanza científica y la escasa cantidad de horas y recursos asignados en la escuela para su formación (históricamente se han priorizado las áreas instrumentales básicas -Lengua y Matemáticas- en detrimento de la enseñanza de las ciencias, tanto Sociales y Naturales).

Sin embargo, en las últimas décadas el esfuerzo de los docentes por hacer de la enseñanza de las ciencias un espacio potente y motivante, por intentar orientar la enseñanza a la indagación, la reflexión, la interrogación ha sido continuo, dando lugar a numerosos proyectos que se proponen centrar el aprendizaje de los niños y adolescentes en el descubrimiento, el dominio y la comprensión de la realidad que los circunda.
Desde esta perspectiva, el aprendiz se convierte es el centro organizador inevitable de un saber que le es ajeno, que proviene de “otros” (docente, libros, Internet). La clave de enseñanza: dar curso a su experiencia de exploración e investigación. En este marco, situamos las metodologías de enseñanza centradas en el estudio de “casos” y “problemas”.

Diferencias entre “enseñar con casos y problemas” y otras estrategias didácticas
Como señalamos en el punto anterior, la metodología de enseñanza por casos y el aprendizaje basado en problemas se ubican dentro de una corriente más amplia que se propone que los alumnos puedan descubrir y pensar por sí mismos. Nos estamos situando en una concepción del aprendizaje – que tiene una tradición importante dentro del campo de la didáctica - que considera al alumno un partícipe activo en la construcción del conocimiento y al docente en un experto que brinda el soporte necesario para que esto ocurra. El docente está considerado no un transmisor de conocimiento sino un experto que aclara, guía, aporta.

Tanto el aprendizaje basado en problemas como el método de enseñanza por casos se proponen que los alumnos aborden situaciones complejas, vinculadas con problemas del entorno real y que logren desarrollar procesos cognitivos que les permitan analizar el problema en toda su complejidad y encontrar soluciones al mismo. Por esta razón, los casos y problemas son siempre interdisciplinarios y pueden implicar diversos modos de análisis y resolución.

Trabajar con casos y problemas implica un cambio en el tradicional rol docente de “explicar”. El docente deja de ser un “explicador”, no suministra la información necesaria sino que el alumno la va descubriendo en las distintas fuentes que el profesor le ofrece y la va construyendo en función de la solución que va encontrando al problema. Este se rediseña en la medida en que se agregan nuevos datos y se profundiza el conocimiento del tema.
Tanto el “caso” como el “problema” pretenden que los alumnos ofrezcan soluciones. Dichas soluciones son diversas, admiten variantes y, posiblemente, generen nuevas preguntas.

Trabajar con casos y problemas ofrece innegables ventajas a la hora de promover un aprendizaje constructivo. Sin embargo, es necesario realizar algunas advertencias:
Alumno autónomo no es alumno sin maestro. Nuestros casos no están pensados para que el maestro le entregue el caso al alumno y éste trabaje sin acompañamiento. Los casos presentados demandan tutoría.
El contenido del caso no es el contenido del programa. Los casos o problemas están construidos en función de problemas de la realidad. Esto supone que los contenidos no están presentados como lo hace la organización curricular.
En esto hay variantes. Aquí van algunos ejemplos.
Casos directamente relacionados con un tema de conocimiento: En “¡Qué lindo caracol, todo blanquito!” se encontrará solamente el problema de la genética clásica. Si bien el tema está circunscripto a este punto no lo hace siguiendo el programa de Biología.

Casos que abordan un tema de manera general, tomando temas que en el programa escolar pueden ser vistos en diferentes momentos. En “El problema de Carlos” aborda el problema de la energía en su conjunto, obliga a repensar las confusiones entre energía y trabajo, y las relaciones entre la visión popular y común de la energía con el capítulo de la Física relacionado.

Casos interdisiciplinarios que abordan problemas sociales actuales encarados desde la Física, Quimia o Biología: El caso “Basura de hoy, problema de mañana” gira sobre ejes relacionados con la biología, la ética y la educación cívica.

Los tiempos de enseñanza aprendizaje son diferentes a los tiempos de la enseñanza tradicional. El tiempo que demanda el trabajo con casos y problemas es mayor al que se destina a dar un tema o exponer una clase. De todos modos, la duración de una actividad con estas metodologías, dependerá de la complejidad y diversidad de los temas a abordar a través de los mismos.

El docente tiene mucho trabajo por hacer para que el alumno pueda pensar por sí mismo. Sin pretender hablar de etapas fijas de implementación, podemos señalar que en ese proceso de guía y autorización del aprendizaje el profesor deberá seguir un recorrido en el que será fundamental:
motivar el trabajo en la modalidad, estableciendo lo que se espera del trabajo a realizar;
entregar el caso o problema en cuestión;
asistir a la lectura comprensiva y el trabajo en equipo de sus alumnos;
interrogar sobre la comprensión del problema apoyándose en las respuestas de los alumnos a las “preguntas críticas”;
seleccionar y entregar material de lectura diferente para cada subgrupo o cada grupo de alumnos;
promover la integración y la síntesis de lo elaborado.

Recuperado de
http://www.educared.org.ar/enfoco/lapuntadelovillo/links_internos/como_trabajar.asp
el 2 de marzo de 2009

lunes, 23 de febrero de 2009

¿Qué debe aprender un docente en el S. XXI?

Seymour Sarason en su obra seminal "El predecible fracaso de la reforma educativa", argumenta que las reformas –en el mejor de los casos – suelen poner en énfasis en cómo propiciar a los estudiantes un entorno estimulante de aprendizaje, pero olvidan sistemáticamente el desarrollo personal y profesional de los docentes. De ahí que, un fracaso acumulado de las reformas sea su incapacidad para contribuir a la creación de instituciones en las que todos sus integrantes crezcan, aprendan y mejoren. Pero ¿cuáles son los aprendizajes que necesitan los docentes para afrontar el reto de educar a los jóvenes en el siglo XXI? Sin pretender ser exhaustiva, y al partir de distintos estudios (Stoll, Fink y Earl, 2004; Darling-Hammond y Skyes, 1998), los sintetizo como sigue:

Comprender el aprendizaje. Hay una enorme cantidad de conocimiento nuevo sobre el aprendizaje y queda mucho más por descubrir. El aprendizaje y sus procesos –incluyendo los propios– requiere una atención primordial tanto por parte de los docentes como de sus formadores y de quienes diseñan y ponen en práctica las políticas educativas.

Conocimiento de contenidos. Los docentes necesitan entender la materia que enseñan de forma muy diferente a como la aprendieron cuando eran estudiantes. Como todo el mundo, necesitan poder estar al día de la creciente base de conocimientos disponibles y han de actualizar sus propios mapas mentales organizativos. Independientemente de lo incluido en el currículum, cada día nos enfrentamos a nuevo conocimiento, parte del cual hace que el antiguo quede obsoleto. En concreto, los docentes necesitan un conocimiento profundo, detallado y situado en su disciplina que la ponga en relación con otros ámbitos del saber, los problemas emergentes y su potencial para fomentar en el alumnado procesos profundos de comprensión del mundo físico, tecnológico, social y cultural en el que vive.

Comprensión pedagógica, que le permita relacionar el conocimiento sobre el aprendizaje con el de los contenidos para desarrollar una enseñanza que favorezca el aprendizaje del alumnado. Los docentes experimentados no sólo tienen un profundo conocimiento didáctico, también pueden aplicar lo que saben sobre cómo la diversidad del alumnado (bagaje personal, experiencia cultural, edad del niño y el adolescente, estilos cognitivos) influyen en su aprendizaje y comprender cómo todo ello interactúa en el centro y en su propia clase.

Comprensión emocional. Aprender es algo emocional. Los docentes necesitan aprender a leer sus propias respuestas emocionales y las de quienes les rodean, y a crear compromisos y lazos afectivos con y entre sus compañeros y los alumnos. La comprensión emocional exige que los docentes sean sensibles a las diversas culturas de los estudiantes y que estén dispuestos a implicar a sus familias y comunidades en la tarea de llevar el aprendizaje a niveles más altos. Esta perspectiva implica comprender lo que les gusta a los estudiantes, lo que les apasiona o interesa y los problemas que encuentran en determinados aprendizajes.

Los fundamentos del cambio. Los docentes necesitan saber lo que puede llegar de arriba: los futuros probables. Es importante que los comprendan para que puedan ayudar a sus alumnos a prepararse y responder a determinados cambios y para un futuro en que necesitarán ser flexibles y adaptables, sin dejar de detentar su propio criterio crítico. Es igualmente importante que comprendan el proceso de cambio, que es extremadamente complejo y que puede estar cargado de dificultades. Comprender y gestionar el cambio significa aprender a manejar la incertidumbre, las relaciones y el conflicto.

Nuevo profesionalismo. En el mundo actual, el aprendizaje en el aula está influido de forma esencial por lo que ocurre dentro y más allá de la escuela. Tanto la enseñanza como el aprendizaje dependen del apoyo y las aportaciones de una amplia gama de personas e instituciones. Saberse mediador y facilitar en relación con otros, es una cualidad que exige en la actualidad no sólo ser docente, sino poder intervenir en diferentes profesiones.

Reflexión sobre el aprendizaje. Los docentes necesitan comprender su propio proceso de aprendizaje e interiorizarlo como un hábito mental. Esto no sólo significa mostrar a los alumnos que ellos también son aprendices, sino tener la voluntad de implicarse con profundidad en el estudio de su propio aprendizaje; lo que lo motiva e influye, lo que lo dificulta, y cómo se siente ante las dificultades. Pero sobre todo implica predisposición para desarrollar la capacidad de reflexión crítica sobre su práctica docente como vía fundamental para transformarla y mejorarla y para comunicar e intercambiar sus experiencias, conocimientos y habilidades con otros educadores.

El gran problema consiste en dónde y cuándo va a poder practicar y desarrollar el profesorado este conjunto de aprendizajes, porque una mirada a los planes de formación inicial y permanente y a sus condiciones de trabajo nos indica lo sólo tienen un profundo conocimiento didáctico, también pueden aplicar lo que saben sobre cómo la diversidad del alumnado (bagaje personal, experiencia cultural, edad del niño y el adolescente, estilos cognitivos) influyen en su aprendizaje y comprender cómo todo ello interactúa en el centro y en su propia clase.



Extraído de
Re2006.pdf
Número extraordinario PISA
http://www.revistaeducacion.mec.es/
Aprender a los 15 años: factores que influyen en este proceso
Juana Mª Sancho Gil
Universidad de Barcelona
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